La negligencia médica en un caso de ictus ocurre cuando los profesionales de la salud no diagnostican ni tratan adecuadamente esta grave condición. Un diagnóstico erróneo, retrasado o una atención insuficiente pueden empeorar las secuelas del paciente, aumentando el riesgo de discapacidad o incluso la muerte. Estos casos de mala praxis pueden generar demandas por negligencia médica contra los médicos o las instituciones responsables.

Un ictus, también conocido como accidente cerebrovascular, requiere una atención médica rápida y precisa. Cualquier retraso o error en el diagnóstico puede reducir las posibilidades de tratamiento efectivo, lo que hace que los errores diagnósticos en ictus sean especialmente peligrosos.

Situaciones comunes de negligencia médica en ictus

• Desconocimiento de los síntomas: en muchas ocasiones el ictus no cursa con los síntomas habituales sino con síntomas que pueden escapar a un médico no especialista.
• No derivación al neurólogo: sólo un neurólogo puede descartar un ictus, cuando hay sospecha de ictus debe ser un especialista quien decida si hay o no un ictus
• Retrasos en la atención médica: Desde la llamada a una ambulancia hasta el ingreso hospitalario, cada minuto cuenta en el tratamiento del ictus. Si hay un retraso en la llegada de atención médica, el paciente puede sufrir secuelas más graves. El código ictus es un sistema para que no se produzcan estos retrasos.
• Falta de derivación a especialistas: Especialmente en fines de semana o días festivos, la falta de derivación a un neurólogo puede resultar en un diagnóstico retrasado, afectando gravemente al pronóstico del paciente.
• Monitorización insuficiente: Los pacientes con alto riesgo de sufrir un ictus, como aquellos que toman medicación anticoagulante, deben ser monitoreados de cerca. Cualquier descuido en esta vigilancia puede aumentar el riesgo de un ictus.
• Alta médica prematura o diagnóstico erróneo: En ocasiones, los pacientes son enviados a casa tras sufrir síntomas de mini-ictus (AIT), sin que se les realicen las pruebas adecuadas. Este error puede derivar en un ictus grave no tratado.

Dado que el ictus tiene una ventana terapéutica muy breve, cada acción de los profesionales sanitarios es crucial, y cualquier error puede tener consecuencias devastadoras.

Tipos de ictus y errores diagnósticos más comunes

Existen dos tipos principales de ictus: el ictus isquémico y el ictus hemorrágico. En ambos casos, los errores de diagnóstico más habituales están relacionados con la falta de reconocimiento de síntomas clave, lo que lleva a la ausencia de un tratamiento adecuado y, en última instancia, a la progresión del ictus.

1. Ictus isquémico y negligencia médica

El ictus isquémico ocurre cuando un coágulo bloquea el flujo sanguíneo hacia el cerebro. Uno de los errores más comunes en su diagnóstico es no reconocer los síntomas del AIT (Accidente Isquémico Transitorio), que son episodios breves de síntomas similares al ictus pero que desaparecen en pocas horas. Estos mini-ictus son una advertencia de un ictus inminente, y su falta de diagnóstico puede resultar en que el paciente no reciba el tratamiento preventivo adecuado.

Entre los errores diagnósticos en ictus isquémicos más habituales están:

• No identificar un AIT a tiempo: El AIT puede pasar desapercibido, ya que los síntomas desaparecen, pero esto puede ser la antesala de un ictus mayor si no se toman las medidas necesarias.
• Diagnóstico erróneo de otras condiciones: Los síntomas del ictus isquémico, como la debilidad en un lado del cuerpo, problemas para hablar o visión borrosa, disfagia, a veces son atribuidos erróneamente a otras patologías como migrañas o estrés.

2. Ictus hemorrágico y negligencia médica

El ictus hemorrágico, en cambio, se produce cuando un vaso sanguíneo se rompe, provocando una hemorragia en el cerebro. El error diagnóstico más común en este tipo de ictus es no reconocer una cefalea centinela, que es un dolor de cabeza severo y repentino que puede ser un signo de advertencia de una hemorragia posterior. Si no se diagnostica correctamente, el paciente puede sufrir un ictus hemorrágico grave sin recibir el tratamiento adecuado.

Errores frecuentes en el ictus hemorrágico incluyen:

• Subestimar la cefalea centinela: En muchos casos, el dolor de cabeza es atribuido a una migraña o a una tensión, lo que retrasa el diagnóstico y permite que el ictus se desarrolle.
• Falta de pruebas de imagen: La ausencia de una tomografía o resonancia magnética para detectar sangrado cerebral puede resultar en un diagnóstico tardío y complicaciones severas.

Consecuencias de la negligencia en el tratamiento del ictus

El tratamiento adecuado del ictus requiere rapidez y precisión. En ambos tipos de ictus, la negligencia médica puede agravar las secuelas del paciente:

• Discapacidad permanente: Los errores en el diagnóstico y tratamiento pueden llevar a la pérdida de funciones motoras, problemas del habla o la visión, y otras discapacidades permanentes.
• Riesgo de muerte: En los casos más graves, la falta de tratamiento adecuado puede resultar en la muerte del paciente.

Cada segundo cuenta en la atención de un ictus, por lo que la negligencia en su diagnóstico y tratamiento puede tener consecuencias devastadoras.